Blogia
Golpes de mar de Antón Castro

GOLPES DE MAR EN ABABOL

Manuel Cifo González publica esta reseña de Golpes de mar de Antón Castro en Ababol, el semanario de literatura, artes y ciencias del periódico La verdad .

EL HÉROE DEL MAR ES EL HÉROE DE LA MUERTE

Según confiesa su autor, este libro tuvo su embrión en 1986, cuando Antón Castro comenzó a escribir los primeros cuentos que figuran en el mismo. Desde entonces, se embarcó en un proyecto que ha ido creciendo mes a mes, año a año, hasta configurar estos Golpes de mar con los que tanto nos sorprende y deleita. Porque, como es lógico, el trabajo llevado a cabo durante esos veinte años ha rendido unos excelentes frutos en forma de dieciséis bellísimos relatos con los que Castro ha puesto «el punto y final a una dilatada obsesión, mi mirada hacia el mar, las ballenas y esa región del alma llamada Baladouro, que está entre Arteixo, Santa Mariña de Lañas, Barragán y Caión, en A Coruña» (p. 253). Y para la consecución de tal fin, ha elaborado este variopinto mosaico de historias y leyendas, muchas de ellas entrelazadas por la presencia de personajes que se mueven a medio camino entre la realidad y la fantasía y que contribuyen a dar unidad al libro, junto con el protagonismo sobrenatural, mítico, del viento y del mar, ambos aliados para golpear los cuerpos y las almas de los sufridos gallegos.

En medio de un clima de misterio, ensoñación, realismo mágico y hondo lirismo, Antón Castro construye unas apasionadas, emotivas y tiernas historias de amor, siempre con el mar de fondo, en las que podemos contemplar los paseos cotidianos de las viudas por las costas de las desgracias, a un pintor de mares metafísicos, a un marinero ciego que inventa historias de ballenas y marineros, y a la viuda y los huérfanos de un percebeiro que todos los domingos, durante más de veinticinco años, le mandan cartas metidas en botellas. Historias que conviven con leyendas de sirenas, espíritus y monstruos o con aquellas otras como la de la mujer que se convirtió en una piedra hechizada, la del brujo que hace que el mar sepulte a la ciudad de Ornia, la del hombre que desea que el viento del mar haga parir a sus yeguas potros inmortales y la del rey que hizo realidad la isla soñada, la Tierra de los Pájaros Sonrientes. Unos pájaros sonrientes, como las almas de los marinos muertos en plena mocedad que se trasladan a los troncos de los árboles que hay en la orilla para anidar en ellos.

0 comentarios