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Golpes de mar de Antón Castro

LA AÑORANZA COMO VÍA DE SALVACIÓN

LA AÑORANZA COMO VÍA DE SALVACIÓN [El crítico, poeta y novelista Juan Manuel González, traductor de poesía de autores como Gotfried Benn o Burns, publicó esta nota sobre el libro de relatos “Golpes de mar” (Destino, 2006. El libro de un cuarto de siglo dedicado a la literatura.]  

LA AÑORANZA COMO VÍA DE SALVACIÓN  

No es nuevo en el ámbito literario, y concretamente en el de la narrativa breve, la construcción de un libro de cuentos alrededor de un asunto central que se despliega en piezas diversas hasta constituir un paisaje general de una determinada sensibilidad. Es este un recurso feliz a la hora de dar coherencia a un volumen de relatos, propicia además la lectura amena y sólida de éste, y evita muchas veces con tino la tentación de escribir una novela escuálida, deshilachada, fragmentaria o excesivamente experimental. Sin embargo, no es sencillo articular un libro de estas características, que soslaye por otro lado la perezosa tendencia a hacer recopilaciones de cuentos dispersos y de varia condición en un mismo y descoyuntado volumen. Frente a toda la gama de errores que se pueden cometer a la hora de tejer un libro de relatos, encontramos ahora el fruto del trabajo de un gallego afincado en Aragón, Antón Castro, presentado por ende bajo un magnífico titulo: “Golpes de mar”.
 

Es este un volumen en cuyas páginas prima la creación de climas y atmósferas, la persecución de la intensidad, el tallado de las imágenes -a trechos casi símbolos- y el trazo cuidadoso del lenguaje. Propiedades todas ellas, junto a la condensación expresiva, de la poesía, su germinar en esta obra prueba por un lado la tradicional interacción entre cuento y poema, y por otro como un buen narrador puede servirse de recursos líricos sin caer en la pedantería, la artificiosidad o el obscurantismo. La literatura bien hecha está por encima de los viejos géneros, y en todo trabajo creativo no deja de hallarse presente el hálito de lo poético.

Antón Castro lo sabe, y quizá por ello sus cuentos se elevan poco a poco de los referentes realistas de los que surgen para adentrarse con tronío por las arenas y círculos de la ensoñación, la nostalgia, las sombras y los colores que definen perfiles de personajes y almas de geografías. El núcleo básico de toda esa labor es el mar en primera instancia, y luego, de acuerdo con los orígenes del autor, la Galicia más litoral, y muy especialmente el Arteixo matriz y la celiana comarca de la Costa de la Muerte. El mar y sus gentes, con las mujeres en primera línea narrativa, protagonizan este libro, en el que se detectan saludables y destiladas influencias de espíritus del relieve de Cunqueiro, Rosalía, Pondal y Torrente Ballester, o incluso de autores vivos como Manuel Rivas, Víctor Freixanes o Alfredo Conde. Piezas de la maestría de “Ballenas”, “El pintor que ganó la gracia del mar”, “Vida infame de Tristán Fortesende”, “Una lección de fotografía” -donde rebrota un personaje de anteriores textos de Castro: el renqueante fotógrafo Patricio Julve- y “Cartas de domingo al más allá” prueban desde sus párrafos iniciales  el buen hacer de su autor. Pero lo esencial de este libro reside en el cauce para la afirmación del ser y la defensa de la memoria, en que al final se convierte a través de sus páginas.

La añoranza del paraíso perdido, ya en el territorio, la Galicia natal, ya en el tiempo, las irrepetibles jornadas que van de la niñez a la juventud, es el motor real de estos “Golpes de mar”. Golpes gracias a los cuales Antón Castro no solo perfecciona su educación sentimental atrapando paisajes y sensaciones, sino que consigue transmitirnos a los demás su cuidada experiencia como superviviente, como paseante sobre la espuma, no siempre transparente, de los días.

*La fotografía es de Hagedorn Photography.  

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